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El blog de Reportaro es un espacio para la reflexión del presente y futuro de la profesión periodística y la industria de la comunicación. Envía tus sugerencias a info@reportaro.com
Para alguien que ha crecido con las marcas tradicionales, la pregunta de si hay espacio para nuevas propuestas es obligada. ‘Lo hay para digitales de nicho, verticales y especializados, siempre que hagan un periodismo distinto, aporten valor añadido y estén cerca de su comunidad’.
La confianza en las noticias en España es muy baja. Solo el 36% de los usuarios españoles les da credibilidad, mientras que el porcentaje de escépticos es casi idéntico, según el Digital News Report 2021. Aunque los niveles se han estabilizado en el último año, la caída había sido pronunciada desde 2017, cuando la población confiada superaba por poco la mayoría de los usuarios. Estos datos sitúan al país en el puesto 33 de los 46 analizados, a gran distancia del 65,1% que refleja Finlandia, el territorio cuyos ciudadanos confían más en la información publicada. Sin embargo, el informe muestra que esta falta de confianza no implica un desinterés por la información, ya que el grupo más numeroso de usuarios es el de los interesados escépticos, que demandan información pero no confían en ella. Sin duda, la sensibilidad de los españoles hacia los bulos influye en este fenómeno. España es el sexto país donde más preocupa la desinformación (67%), con una especial exposición a bulos sobre política y salud. Sin embargo, resulta destacable que los medios de comunicación y los periodistas no son los principales señalados como fuentes de desinformación. Por ejemplo, en relación con la pandemia cuatro de cada diez afirman que los bulos tienen un origen político, mientras que solo el 11% apunta a los medios. Por otro lado, las redes sociales y las aplicaciones de mensajería instantánea preocupan a la mitad de los encuestados como canales para la circulación de los bulos, mientras que los sitios de los medios se quedan en un 20%. En cualquier caso, las cifras son demasiado altas para un sector profesional cuyo propósito consiste precisamente en lo contrario. “La función social del periodismo es la de actuar como vigilante del interés público”, escribe la profesora Guadalupe Gómez, que lo responsabiliza de “informar verazmente para fomentar la reflexión, la negociación y la toma de decisiones sociales que mejoren la democracia”. De ahí que algunos responsables de organizaciones periodísticas, como Alejandro Laso (El Confidencial), Juanlu Sánchez (eldiario.es) y Eva Belmonte (Civio), coincidan desde hace años en que la mayor innovación es reconectar con la sociedad. No solo en cuanto a los canales y formatos, sino también a la fiabilidad y utilidad de la información. Además de potenciar la misión social del periodismo, la confianza permite diseñar modelos de negocio rentables basados en el pago directo por la información, por los que la industria está apostando en la actualidad. Aunque también existen otros factores, como la experiencia de usuario, la personalización, la exclusividad, la especialización y el posicionamiento ideológico, diversos estudios científicos documentan la correlación entre la confianza de los lectores en la marca periodística y su predisposición a pagar por contenidos digitales. A continuación, se propone un decálogo de buenas prácticas para medios y profesionales que contribuyen a incrementar la confianza y, con ella, el valor social y económico del periodismo. 1) Rendir cuentas implantando un alto grado de transparencia en la organización La rendición de cuentas es un proceso que permite a los usuarios conocer cómo y por qué se toman las decisiones editoriales y comerciales en los medios. Por lo tanto, funciona como medio de autorregulación, ya que facilita comprender a qué tipo de intereses obedecen. Según los expertos en el campo Mauri-Ríos y Ramón-Vegas, “su función esencial es supervisar, controlar, criticar y examinar la evolución y calidad de la información periodística”, lo cual es especialmente importante en un contexto de crisis del sector. Como los investigadores aseguran en otro estudio con Díaz-Campo, los medios españoles todavía tienen que mejorar sus instrumentos de transparencia y dotarlos de una mayor visibilidad que extienda su uso. De hecho, han creado un test que permite a las organizaciones evaluar sus carencias. Sin embargo, también existen algunos casos de probado éxito, como eldiario.es. El modelo económico de la cabecera depende en gran medida de las aportaciones de sus socios, lo que hace esencial conservar su confianza. Por ello, eldiario.es publica anualmente un desglose detallado de sus cuentas, algo que también hacen otros medios españoles como La Marea y Civio, y su director, Ignacio Escolar, publica regularmente en un blog para explicar ciertas decisiones. Las publicaciones corporativas de este estilo han proliferado en los últimos años, con ejemplos destacables como la newsletter mensual de El Orden Mundial a sus socios. Sin embargo, el desglose de las cuentas sigue siendo un tabú para muchos medios de comunicación. 2) Separar de forma evidente la publicidad y la información Los usuarios de medios deben tener claro cuándo se están exponiendo a contenidos cuyos propósitos van más allá de los informativos, y para ello se deben emplear todos los recursos gráficos, técnicos o editoriales que sean necesarios. Quizás sea la primera norma que se aprende en las facultades de periodismo, pero su puesta en práctica en el mercado mediático no resulta tan evidente. Más si cabe con la aparición de formatos digitales que desdibujan las fronteras entre lo editorial y lo comercial, como plantea el profesor de Periodismo García-Avilés. Por ejemplo, el branded content o contenido de marca, que tiene la doble finalidad de representar unos valores corporativos a la vez que aporta información relevante y atractiva a la audiencia. O el marketing de afiliación, mediante el cual un redactor selecciona una lista de productos que puede resultar útiles al lector pero por cuya compra el medio recibe una comisión. Como señalan los investigadores Carvajal y Barinagarrementería, se trata de formatos lícitos, además de beneficiosos para la economía de los medios, pero siempre y cuando el lector sea consciente de que se expone a contenidos publicitarios. Solo de este modo no se compromete la credibilidad de la marca periodística. 3) Manejar una buena agenda propia y citar bien a las fuentes La calidad de la información periodística está supeditada, entre otros criterios, a una buena selección de fuentes diversas y relevantes, según estudios científicos tanto nacionales como internacionales. En este sentido, uno de los aspectos más influyentes para generar confianza en la información es el nivel de autoridad de las fuentes. En un contexto en el que casi todo el mundo tiene una opinión sobre los hechos de actualidad, el periodismo debe encontrar a las personas más preparadas para aportar una perspectiva pertinente y fundamentada. La transparencia a la hora de citar a las fuentes también influye en la credibilidad de la información. El proyecto Periodismo Transparente, desarrollado por Público con financiación de Google, evalúa la trazabilidad de las noticias mediante ocho indicadores, de entre los que destaca la correcta aparición de las fuentes en el texto como criterio más valorado. El manifiesto del proyecto, que lucha contra la crisis de credibilidad del periodismo, expone que los ciudadanos confían más en la información si conocen quién la inspira, a excepción de casos en los que las fuentes requieran de protección por su condición de víctimas o denunciantes. 4) Acudir a los datos para trascender el periodismo de declaraciones Cuando existan datos disponibles sobre una materia es necesario que el periodista los analice por sí mismo, en lugar de reproducir declaraciones de terceros, que pueden errar o incluso introducir sesgos intencionados. Aunque manida, resulta apropiada la metáfora que reza que el trabajo del periodista no consiste en dar voz a los que dicen que llueve y a los que aseguran que no, sino abrir la ventana para comprobarlo y transmitírselo a quienes no pueden hacerlo. Los datos no mienten, y por eso el periodismo de datos ha sido reconocido como un antídoto contra el periodismo de declaraciones y una baza para la recuperación de la credibilidad. Resulta interesante observar cómo ha proliferado esta disciplina en los medios durante la época de pandemia, en un contexto de notable incertidumbre y florecimiento de la desinformación. Las mayoría de las organizaciones periodísticas con voluntad de servicio han entendido la necesidad de información fiable y han apostado por este tipo de formatos. Destaca el caso de El País, con su newsletter semanal sobre coronavirus, publicada por el ingeniero y periodista de datos Kiko Llaneras, y la publicación de piezas como esta sobre los contagios, que ya se ha convertido en el contenido digital más visitado en la historia del medio. 5) Publicar las metodologías de análisis y practicar el periodismo abierto No obstante, el tratamiento de los datos per se no asegura que la información carezca de sesgos. Para ello, resulta conveniente explicar con detalle qué razones y métodos han guiado a los periodistas durante la investigación mediante la inclusión de un apartado metodológico. Como señalan los investigadores Marín-Sanchiz y Arias, “reconocer los motivos que han llevado a escoger fuentes determinadas y cómo se han tratado los datos reduce al mínimo los riesgos de que el periodista introduzca informaciones o enfoques parciales de forma velada”. Ejemplos de buenas prácticas son, entre otros, el propio diario El País y especialmente Civio, que dedica entre 1.500 y 4.000 palabras a estos fines en cada proyecto. En la misma línea, existen una tendencia entre los medios de comunicación innovadores a liberar sus datos en bruto para que los usuarios puedan comprobarlos e incluso aportar nuevas interpretaciones o enfoques. Este periodismo, conocido como abierto o de código libre, también favorece la confianza de los usuarios hacia las organizaciones, ya que incrementa la transparencia y facilita la colaboración, según Díez-Garrido y Renedo. 6) Ser honestos y publicar un manifiesto de valores Los españoles demandan de los medios una información plural (76%), neutral (70%) y ecuánime (62%), según el Digital News Report 2021. En este sentido, los expertos coinciden en gran medida en que la objetividad completa es una utopía para el periodismo. La mera elección de las palabras que se utilizan para comunicar ya supone un tratamiento subjetivo de los hechos, por lo que la honestidad es a lo máximo (y lo mínimo) a lo que se puede aspirar. De esto modo, ya que los medios de comunicación mantienen una línea editorial y defienden una serie de valores, una manera de incrementar la confianza de los usuarios es hacerlo de forma honesta mediante la declaración pública de sus principios. Los manifiestos de valores en las webs de los medios resultan una forma habitual de hacerlo. La Marea, por ejemplo, reconoce su adhesión a causas como la soberanía de los pueblos, el republicanismo, la memoria histórica y el respecto por el medio ambiente, entre otras. La revista Panenka, por su parte, subraya su interés por temas sociales relacionados con el deporte y su desprecio por la autocensura, e incluso un organismo público como la BBC preconiza el respeto por la diversidad, el trabajo en equipo y la honestidad. 7) Mantener un buen sistema de fe de erratas para evitar desinformar Cometer errores es algo habitual en cualquier actividad humana, y el periodismo no es una excepción. Sin embargo, la información es una materia prima sensible sobre la que las imprecisiones pueden tener un efecto especialmente nocivo. La desinformación no solo parte de fuentes malintencionadas, sino también de errores periodístico o incluso lingüísticos. Por ello, es importante que los medios de comunicación rectifiquen por medio de una fe de erratas adecuada. La directora de Clases de Periodismo, Esther Vargas, afirma que las rectificaciones deben aparecer en la misma página que el error o dedicarle un espacio más amplio si se trata de un error grave, y exponer de forma sincera y clara los datos o planteamientos equivocados. Hace un lustro, este tipo de prácticas todavía no eran habituales en las versiones digitales de los medios españoles, que aprovechaban las posibilidades de Internet para corregir los errores de forma inadvertida. Solo las cabeceras internacionales más reconocidas, como el New York Times, dedicaban un espacio a la fe de erratas, que incluso se consideraba una innovación en el ecosistema digital. No obstante, la publicación de estas rectificaciones públicas ha ido creciendo paulatinamente, e incluso algunos medios como eldiario.es animan a sus lectores a reportar cualquier error que puedan encontrar en sus contenidos. 8) Remarcar la fecha de publicación para dificultar que se descontextualicen La descontextualización es, junto al puro engaño y la exageración, una de las formas más habituales de desinformación en la actualidad, según un estudio de la Universidad de Navarra. Consiste en la adopción de noticias, imágenes o vídeos reales, a menudo de meses o incluso años atrás, que se sitúan falsamente en el presente, en un contexto que no es verdadero. Para evitar que sus informaciones se utilicen de este modo, y que su marca periodística pierda credibilidad, los medios de comunicación deben incluir siempre la fecha de publicación de manera fácilmente visible. Un principio que también se recoge en las recomendaciones del proyecto Periodismo Transparente. Las principales organizaciones de noticias españolas cumplen con este principio. No obstante, cabe destacar una iniciativa introducida por el medio británico The Guardian, que, además de anotar la fecha de elaboración del contenido, calcula el tiempo que ha trascurrido desde entonces. Este contador se sitúa al inicio de la noticia, en un recuadro amarillo chillón, de forma que se pueda identificar con facilidad antes de comenzar la lectura y se dificulte en gran medida la descontextualización. 9) Crear vínculos con la comunidad a través de múltiples plataformas La participación conjunta de la audiencia, los periodistas y los medios de comunicación en un debate multiplataforma también favorece la construcción de confianza mutua. Según el investigador experto en redes sociales Omar V. Rosas, lo interesante de las redes de confianza establecidas entre lectores y periodistas es que se transforma el concepto de confianza tradicional, basada solo en el historial de reputación de los medios, para convertirla en una confianza interpersonal, asentada en la experiencia particular de cada usuario. Es decir, que las plataformas y entornos externos a la web del medio no solo sirven como canales de distribución de contenidos periodísticos, sino que ayudan a conectar con la comunidad, responder a sus preguntas e inquietudes y establecer una relación de confianza. En este sentido, es destacable el caso de Maldita.es, que además de las redes sociales tradicionales, emplea un un canal de Twitch y un servidor de Discord para fomentar la vinculación con los usuarios más activos. 10) Cuidar la marca periodística y ofrecer información de proximidad En definitiva, las recomendaciones enumeradas en este decálogo redundan en el cuidado de la marca periodística, a la que los usuarios asignan un cierto nivel de credibilidad y confianza. De hecho, a pesar de la desconfianza generalizada en las noticias, el Digital News Report 2021 refleja que la mayoría de la población todavía confía en las principales marcas periodísticas españolas, con un promedio de 5.3 puntos sobre 10, aunque se han producido caídas notables durante el último año. Por otro lado, el estudio señala la importancia de cubrir la información de proximidad, pues los medios locales y regionales son los que mejores cifras de confianza presentan.
El periodismo es vigilancia y crítica, por encima de todo. Pero también pedagogía. Y cuando nos quejamos de los insultos en los campos de fútbol, por ejemplo, pocas veces nos miramos el ombligo y preguntamos si nuestros debates maleducados y a gritos contribuyen o no a que esto pueda evitarse. ¿Deben tenistas como Naomi Osaka hablar ante los medios?
Los incentivos para periodistas por volumen de tráfico conseguido existen en los medios digitales desde más de una década, y han sido criticados por promover el clickbait. Ahora, cuando muchas cabeceras cambian su modelo de negocio publicitario por uno basado en las suscripciones, empiezan a vislumbrarse sistemas que recompensan o remuneran en función de la cantidad de usuarios de pago que cada periodista logre convertir. Es el caso de la propuesta de The Daily Telegraph filtrada el mes pasado, o del tabloide Herald Sun. Beneficiar a los periodistas más efectivos parece lógico. Todavía más en un momento en el que las firmas más talentosas y reconocidas disponen de herramientas suficientes para huir de las empresas y montárselo por su cuenta, en lo que se conoce como la economía de los creadores. Pero el sistema entraña dificultades y peligros. Por un lado, la captación de suscripciones no depende única y directamente de los periodistas, sino que es un trabajo colectivo en el que los periodistas generan un contenido que otros se encargan de empaquetar, distribuir y monetizar. Además, es complicado atribuir una suscripción a un solo contenido o autor, y tampoco resulta sencillo cuantificar qué aporta cada periodista a una parte importante para el modelo de suscripción: la retención. Por otro lado, los incentivos pueden provocar una disminución de la calidad del producto al desalentar el trabajo colaborativo, estirar la competitividad hasta límites perjudiciales y supeditar demasiado el criterio informativo a los dictados de la audiencia. En esta pieza de Reportaro repasamos las ventajas e inconvenientes de este modelo de recompensas que ha suscitado un rechazo casi unánime por parte de los trabajadores. Además, analizamos una propuesta experimental de Insider que, aunque también ha levantado revuelo en redes sociales, integra métricas interesantes para evaluar el impacto del trabajo periodístico en combinación con los resultados de tráfico y suscripciones. Ventajas de los incentivos: asumir los objetivos, entender a la audiencia y retener talento El planteamiento de partida para estas propuestas es claro. «Parece justo que quienes atraigan y retengan mayor cantidad de suscriptores sean los que mejor cobran», afirmaba el editor de The Daily Telegraph, Chris Evans, en un correo enviado a la plantilla el pasado 11 de marzo, que reproduce parcialmente The Guardian. El directivo profundizaba en el sentido meritocrático del sistema, cuyo objetivo sería “vincular el desempeño con las recompensas”. Desde el siglo pasado, la literatura académica sobre liderazgo empresarial ha estudiado las recompensas económicas como mecanismos de motivación de los empleados. Incluso Kotter, padre del estilo de liderazgo transformacional, que se basa más en la convicción personal que en un sistema de premios y castigos, reconoce que una acertada configuración de las recompensas pueden ayudar a transmitir la visión de la empresa a sus trabajadores. En este caso, establecer bonus salariales vinculados a las suscripciones subraya que el objetivo principal del medio es incrementar su base de usuarios de pago. La alineación en torno a la visión empresarial es vital en los medios, ya que garantiza que todos los profesionales desempeñen las actividades requeridas para alcanzar las metas comunes, según una tesis doctoral publicada recientemente. Siguiendo con el ejemplo, si todos los periodistas asumen el objetivo de captar suscriptores, es más probable que realicen esfuerzos por escuchar a la audiencia, entender sus necesidades y generar contenidos que les aporten el suficiente valor como para pagar por ellos. En 2014, el periodista freelance David Nicholson alegaba a favor de la remuneración basada en el tráfico web argumentando que estos sistemas le permitían conectar mejor con su audiencia. Trabajar bajo está fórmula en Forbes le había empujado a aprender sobre sus lectores y mantener un contacto fluido con miles de ellos a través de las redes sociales. “Sin esto, corría el riesgo de aullar en la oscuridad, en un bosque vacío”, aseguraba. Ahora, la conexión de los periodistas con las audiencias a través de canales directos se ha intensificado todavía más, posibilitando incluso la desintermediación del proceso informativo. En otras palabras, los profesionales ya no necesitan a los medios para producir, distribuir y monetizar la información. El ecosistema digital les brinda multitud de herramientas para intentar hacerlo por su cuenta, como Patreon, Paypal, Revue o Substack. Cuando el talento que demandan las redacciones digitales escasea, resulta sangrante tener que competir por él no solo con otras empresas, sino también con la idea del emprendimiento personal. Incluso Twitter está probando ya el SuperFollow, una funcionalidad que permite a los usuarios cobrar a su audiencia por acceder a contenido premium. El director del Máster en Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández, Miguel Carvajal, considera que este recurso ofrece mayores ventajas que otros para periodistas y editores de medios: es sencillo, no tiene coste de instalación y reduce el riesgo de exposición al fracaso. “Colegas periodistas con una cuenta notable de seguidores tendrán incentivos económicos más que razonables, sobre todo en España, donde el salario medio de los periodistas es bajo”, asegura. El experto augura que las marcas mediáticas no van a descapitalizarse porque cuentan con su propia audiencia y credibilidad, “pero sí pueden afrontar mayores dificultades para retener el talento si no ofrecen seguridad, incentivos y misiones convincentes”. El periodista y analista de medios independiente David Tvrdon coincide en el diagnóstico y propone algunos incentivos concretos, más allá del pago por tráfico o por suscripción, como habilitar propinas para periodistas concretos, establecer verticales con suscripciones propias o dejar que los periodistas estrella organicen eventos y se aseguren un porcentaje del taquillaje. Inconvenientes: generación de valor, individualismo, clickbait y polarización “Mi ética periodística me dice que debe haber una gran pared entre editorial y negocio. Pero en este modelo no parece que la haya. Parece que se espera que los redactores vendan las historias”, se lamenta un periodista de Insider entrevistado por Digiday. La declaración parte de una premisa desfasada, pues ya hemos asumido que los periodistas deben conocer y ejercer su papel dentro del modelo de negocio. Sin embargo, también recoge una idea incuestionable: este rol no consiste en vender las historias y monetizarlas, sino en generar una información de calidad en la intersección de lo importante y lo interesante, que resulte valiosa a la audiencia. El director de Innovación de El Español, Daniel Muñoz, resume en esta infografía cuál es el papel de cada equipo en el modelo de negocio de los medios. “La idea es que cada persona cumple un rol en las redacciones. Todos tienen que remar para que se cumplan los objetivos generales, pero generar suscripciones no es el papel principal de los periodistas, es una consecuencia de su trabajo. No parece muy lógico que se les ponga incentivos individualizados por unos resultados que no dependen principalmente de ellos. En cualquier caso, el foco de cualquier tipo de incentivo para un periodista debe estar en la generación de valor, no en la captación”, explica el periodista a Reportaro. Si la captación de suscripciones no depende directa y exclusivamente de los periodistas, los sistemas de recompensas individuales basados en ella resultan injustos. En estos esquemas, los incentivos varían en función de factores que los periodistas no pueden controlar, como la asignación de temas por parte de los redactores jefe y los jefes de sección, el diseño de las piezas o su difusión por el equipo de audiencias, entre otros. Un periodista de The Daily Telegraph lo señalaba para The Guardian: «Si escribes historias de la realeza, grandes noticias políticas o cosas del coronavirus o eres famoso, vas a conseguir grandes números. La mayoría de los reporteros están a merced de los editores y no tienen la culpa de que les asignen cosas aburridas, y ahora eso va a afectar a su sueldo». Como apunta este profesional, que los periodistas estrella sean premiados por las conversiones que consiguen también es problemático. Resulta evidente que las firmas más reconocidas estimulan las suscripciones, pero su influencia sobre ellas sería mucho menor si sus piezas no formaran parte de un paquete completo que también incluye otros contenidos editoriales, la experiencia de usuario, la credibilidad y el tono de una marca periodística, la política de precios e incluso la sensación de pertenencia a la comunidad del medio. Es imposible evaluar de forma aislada el peso de un solo periodista en la decisión de suscribirse. De hecho, el exdirector de desarrollo de negocio de infoLibre, El Español, Estrella Digital y Público, José Vicente González, destaca que las acciones de marketing resultan más rentables que las inversiones en contenido para desencadenar las suscripciones, por lo que la labor de los periodistas no debe centrarse en estos objetivos. Por el contrario, el contenido de calidad es un buen resorte para retener a los usuarios de pago, pero estos sistemas de incentivos lo pasan por alto. Si es difícil evaluar de forma pormenorizada qué motivos llevan a alguien a suscribirse a un medio, todavía lo es más descubrir por qué no se dan de baja. Junto con estas dificultades propias del negocio, estos esquemas plantean también retos para la calidad del producto periodístico. Por una parte, la evidencia científica revela que los mejores productos informativos nacen de la colaboración entre profesionales con especializaciones diversas, tanto en lo referente al contenido como al formato. Sirvan como ejemplo las investigaciones periodísticas desarrolladas por consorcios internacionales, como The Panama Papers, elaborado por el ICIJ, No obstante, este tipo de métricas individuales desalientan la cultura colaborativa y alimentan una competitividad salvaje. Una serie de periodistas entrevistados en Digiday lamentan que este tipo de sistemas fomentan la comparación constante. Aunque el discurso de los líderes ensalce la colaboración, si existen rankings basados en resultados individuales, nadie quiere verse a la cola y todos actúan con más urgencia que lógica. Un exempleado del medio relata, por ejemplo, cómo los compañeros se robaban los temas que más interés revestían para la audiencia, pese a no ser las personas más indicadas para cubrirlos y no contar con las fuentes adecuadas. Esto, además de repercutir en una bajada de la calidad, enturbia el ambiente de trabajo e incrementa la fatiga laboral. Por otra parte, pueden emerger prácticas sensacionalistas más relacionadas con la elección y el tratamiento de los temas que con la redacción de los titulares, como pasaba en el clickbait clásico. Informar solo sobre aquello por lo que la audiencia está dispuesta a pagar y con el enfoque y el discurso que demanda. En palabras de Daniel Muñoz, pasar de la dictadura del click a la dictadura del lector. Algo peligroso si se tiene en cuenta que el posicionamiento ideológico de los medios es un factor fundamental para la conversión de suscripciones, y que los usuarios con ideas extremas suelen estar dispuestos a pagar por informaciones que refuercen sus argumentos. Si existen incentivos para los periodistas que generen más suscripciones, estos pueden verse tentados a elaborar piezas más polarizadas o partidistas, que suelen generar mejores resultados. Avanzando hacia una medición más justa: recompensas grupales y la propuesta de Insider Con todo, los detractores de estos sistemas basados en el tráfico y las sucripciones no renuncian a establecer otro tipo de incentivos, ni a medir los resultados del trabajo periodístico. “Si dependiera de mí, los incentivos por suscripciones se plantearían más a nivel de compañía. Y pueden ser un objetivo específico de los equipos de márketing o suscripciones. Pero de los periodistas no le veo mucho sentido, y en ningún caso individual”, afirma Daniel Muñoz. El director de Innovación de El Español aboga por premiar a los periodistas por el valor, la calidad y el impacto de sus contenidos, en lugar de por los ingresos que esté ayudando a generar. Insider mantiene una serie de objetivos de tráfico y suscripciones para sus empleados, pero en abril de 2021 hizo pública su propuesta para integrar otros indicadores de calidad e influencia de los contenidos y los periodistas: los “puntos de impacto”. Entre estos criterios se encuentra la aparición en la televisión y la radio nacional, que las piezas sean citadas por webs con más de 10 millones de usuarios, que reciban premios nacionales o internacionales o que sean compartidas por usuarios de redes sociales con un mínimo de seguimiento, entre otros. Según el editor jefe de la publicación, Nicholas Carlson, “esta iniciativa supone un esfuerzo para reconocer que el buen periodismo es más que el tráfico y las suscripciones, que son dos cosas muy valiosas que representan los intereses de la audiencia, pero no lo son todo”. Este anuncio ha aparecido cuando el personal editorial del nativo digital estadounidense ha decidido organizarse sindicalmente, y reclama más transparencia en los sistemas de evaluación de los trabajadores. Algunos expertos en el mercado mediático estadounidense ya han mostrado su simpatía hacia este sistema más abierto. El periodista de Adweek y ex integrante de Insider Mark Stenberg explica que, al recoger factores como el prestigio de quienes comparten una noticia, esta propuesta hunde sus raíces en la sociología, y adapta la medición del impacto a los patrones de consumo humanos. “Cada vez tomamos más decisiones sobre qué consumir, cómo vestir y qué pensar en función de un puñado de personas a las que hemos dado esa autoridad”, asegura. El analista de medios Simon Owens opina en su newsletter que el sistema de Insider ayuda a crear un mejor periodismo, y es más justo que aquellos que solo tienen en cuenta las páginas vistas y las suscripciones. Según el experto, la ventaja reside en que, bajo esta rúbrica, un escritor especializado en artículos largos y profundos puede ser juzgado en igualdad de condiciones en comparación con un colega que produce pequeñas piezas virales.
¿Quién debe tratar de desenmascarar o combatir las fake news? Para Nemesio Fernández, presidente de la FAPE, “los periodistas somos los que tenemos que ponernos a la vanguardia de la lucha contra este fenómeno”, rechazando así las pretensiones reguladoras que surgen tanto desde ámbitos políticos como jurídicos, con el consiguiente riesgo para el derecho a la libertad de información
Aunque la crisis de desempleo del periodismo es innegable, la demanda de nuevos perfiles profesionales no cesa en las redacciones digitales. Los modelos de negocio evolucionan, y las plantillas de los medios deben hacerlo a su compás. Si hace unos años irrumpían con fuerza puestos como el del redactor SEO o el del growth hacker, orientados al tráfico masivo y la obsesión por el click, ahora emergen otro tipo de necesidades más ligadas a los modelos de negocio de suscripción. No es que ya no importe la adquisición de nuevas audiencias y estos puestos hayan sido desterrados, sino que muchas compañías se centran, además, en la conversión de los lectores en suscriptores y su posterior retención. Para ello, requieren de profesionales capaces de generar contenidos y productos con un gran valor añadido, y promover el compromiso y la fidelización del público objetivo. En los resultados preliminares de una investigación propia sobre innovación en las redacciones de medios nativos digitales, se identifican dos grupos principales de perfiles profesionales emergentes. Entre los que integran las áreas editoriales, que se encargan de la generación de contenidos, destacan periodistas especializados temáticamente y creativos en sus enfoques, así como otros preparados para trabajar con nuevos formatos y canales y estimular la relación con las audiencias. Por otro lado, en las áreas de producto, más vinculadas a los planteamientos estratégicos de los medios, sobresalen los analistas de datos, los diseñadores de experiencia de usuario, los expertos en conversión y desarrollo de negocio y los jefes de producto. Estas demandas coinciden en gran medida con las de las grandes cabeceras tradicionales que han emprendido su transformación digital con el foco puesto en el modelo de suscripciones. El director adjunto de El País, Borja Echevarría, subrayaba en un seminario web organizado por la Asociación de Medios de Información la importancia de los puestos del editor y coordinador de newsletter, responsable de audio, infografista digital, jefe de desarrollo de audiencias, director de coberturas o responsable de suscripciones, entre otros. Estos perfiles profesionales se replican en la mayoría de las organizaciones con objetivos similares. En esta pieza de Reportaro recopilamos algunas de estas posiciones y explicamos los motivos de su auge, así como los conocimientos y aptitudes relevantes para cada una de ellas. Especialistas en contenidos sobre tecnología y negocio La utilidad y el interés que revisten los contenidos entre la audiencia resultan esenciales para fidelizarla y conseguir suscriptores. Por ello, los medios de comunicación dedican cada vez más recursos a cubrir áreas temáticas como la tecnología, cuya relevancia es innegable para el día a día de las personas y las empresas. Ya en 2018, Dircomfidencial señalaba el crecimiento de este campo informativo, con la proliferación de verticales en medios generalistas, como Teknautas, de El Confidencial, y la buena salud de portales especializados, como Xataka o Hipertextual. La tendencia se acentúa a medida que sigue creciendo la demanda de este tipo de contenidos. Por ejemplo, a principios de febrero de 2021, The Washington Post anunció su voluntad de reforzar esta área, que pasaría de tener 19 integrantes a contar con 27. Este movimiento supone la segunda ampliación del equipo, que en 2018 había incorporado 11 nuevos profesionales. Los ocho puestos que el medio quiere cubrir son editor adjunto de políticas de tecnología, reportero de política tecnológica, editor de tecnología personal, dos redactores de “mesa de ayuda” de tecnología personal, redactor de análisis de noticias de tecnología, reportero de datos tecnológicos y reportero de tecnología en el trabajo”. En esa línea, también surgen oportunidades para periodistas capaces de generar contenidos valiosos para los lectores en su ámbito laboral. Como afirmaba el periodista Simon Owens en una entrevista para el blog del Máster en Innovación en Periodismo UMH, “si escribes sobre política y se suscriben porque están interesados en esa temática, pero no tiene nada que ver con su trabajo, van a pagar menos que si escribes sobre algo crucial para su labor profesional”. De este modo, surgen proyectos informativos destinados a profesionales y empresas, como el servicio de noticias anticipadas EC Previum de El Confidencial o las presentaciones corporativas de Quartz, que requieren de periodistas capaces de entender y explicar información compleja de negocio y sacar el máximo rendimiento de ella para una audiencia experta. Estos profesionales pueden ser denominados reporteros B2B o business to business (“de empresa a empresa”, porque su trabajo apunta a empresas en lugar de a particulares), y sus funciones son similares a las de otros redactores. Sin embargo, deben entender las tendencias que mueven los mercados y manejar con soltura fuentes empresariales, como informes corporativos, resultados financieros, contratos o escrituras notariales, según una oferta de trabajo de la publicación inglesa AI Business. Redactores y editores de ciencia y medio ambiente La pandemia ha incrementado el interés por la información sobre ciencia y medio ambiente. No en vano, El País batió su record de audiencia el pasado octubre con una pieza sobre la propagación del Covid-19 en espacios cerrados, que fue consultada por más de doce millones de usuarios en los primeros días tras su publicación, según la propia cabecera. Los medios de comunicación españoles se han movido para aprovechar esta tendencia y han creados nuevos productos digitales. Incluso lo ha hecho el ente público. La plataforma digital dirigida a jóvenes de RTVE, PlayZ, estrenó el pasado 15 de febrero el programa WHAAAT!?, conducido por los divulgadores científicos Rocío Vidal y Javier Santaolalla. En el ámbito medioambiental, Eldiario.es ya incorporó como sección en 2018 la publicación especializada Ballena Blanca, mientras que El País, El Mundo y El Confidencial han creado sus verticales en los últimos meses. Según el análisis del experto José Manuel Rodríguez para Dircomfidencial, la apuesta de estos medios por la información medioambiental y científica les puede reportar ventajas muy diversas. Por un lado, puede ayudarles a adquirir nuevas audiencias, así como retener y conocer mejor al público recurrente. Por otro, puede atraer anunciantes que procuren identificar su marca con la preservación del planeta. Ante esta expansión, parece evidente que la especialización científica supone una disciplina con recorrido laboral para quien sepa aprovecharla. No es un reto sencillo. Como explican los investigadores Alicia de Lara y José A. García-Avilés, la gran virtud de estos profesionales está en saber “transmitir conocimientos, que en muchos casos son altamente complejos, mediante herramientas, técnicas y lenguajes que los hagan accesibles al gran público”. Además, deben hacerlo en un escenario de cuestionamiento de la ciencia sin precedente (al menos, en los últimos siglos). Periodistas de datos y especialistas en inteligencia artificial Como ya analizamos en otra publicación de este blog, los periodistas de datos están muy cotizados en los medios de comunicación. La demanda de estos perfiles es alta por el gran valor que generan, al explicar a la audiencia cuestiones complejas mediante visualizaciones inteligibles y sencillas. Una necesidad del público que se ha crecido aún más en el contexto actual. El propio Borja Echevarría aseguraba en un webinar del Reuters Institute que el equipo de datos de El País, que se formó pocos meses antes de la pandemia, produjo alrededor del 70% de los contenidos más vistos del medio en 2020 (como apunte, la pieza de El País sobre el Covid-19 mencionada más arriba se basa en visualizaciones de datos). Además, la combinación de cualidades analíticas y técnicas que se necesitan para ejercer estos puestos no abunda en el mercado laboral. Incluso, a menudo, algunos de los grandes talentos de esta disciplina se ven tentados por otras industrias que ofrecen mejores perspectivas personales y profesionales, lo que facilita la incorporación de periodistas jóvenes que, si bien pueden carecer de experiencia, manejan con soltura las tecnologías necesarias. También está emergiendo en los medios la figura del periodista especializado en inteligencia artificial, un profesional capaz de programar algoritmos que mejoren la producción y la distribución de información mediante la automatización de ciertos procesos. Aunque la inteligencia artificial y el machine learning aparecen habitualmente ligados a la generación automática de contenidos y los bots conversacionales, lo más común es que estos periodistas utilicen sus habilidades tecnológicas para investigar historias a través de la recolección, el monitoreo constante y el análisis de datos complejos. El periodista especializado en machine learning Jeremy B. Merrill, que ha trabajado en medios como The New York Times, Propublica y Quartz, señala que es necesario que los profesionales de la información sepan programar sus propios recursos tecnológicos. “Las herramientas que se usan para el periodismo deben ser desarrolladas por periodistas porque en el tratamiento de la información hay mucho conocimiento implícito que es difícil transmitir a un equipo de desarrolladores de software”, asegura. Fact-checkers La verificación de contenidos es otro fenómeno periodístico reciente que ha cobrado todavía más relevancia en los últimos meses, debido a la proliferación de todo tipo de bulos relacionados con la Covid-19. Aunque sucesos políticos como el Brexit o la presidencia de Donald Trump también ha alimentado estas prácticas. Como muestra, The Washington Post detectó más de 30.000 declaraciones falsas o engañosas en manifestaciones públicas del exmandatario americano durante los 4 años de legislatura. En España, Maldita.es fue el primer proyecto periodístico independiente que se lanzó a verificar noticias, primero a través de las redes y a partir de 2018 con su propio espacio. Aunque en la actualidad el censo de la Red Internacional de Verificación de Datos identifica solo tres iniciativas españolas más dedicadas a estos fines —Newtral, Verificat y EFEVerifica—, son muchos los medios de comunicación que han incorporado a sus redacciones esta forma de hacer periodismo, de forma continua o esporádica. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales españolas de 2019 se constituyó el proyecto colaborativo Comprobado, dirigido por First Draft y Maldita.es e integrado por medios como El Confidencial, eldiario.es, La Marea, Datadista o Newtral, entre otros. Te dejamos varias opciones por si quieres aprender a verificar noticias, ya sea para que no te la cuelen o para dedicarte profesionalmente a ello. Puedes mantenerte atento a los seminarios y formaciones que organiza la plataforma Maldita Educa, de Maldita.es, disfrutar de este original “minicurso” que lanzaron a través de hilos de Twitter a principios de febrero, o apuntarte a este programa de cuatro semanas sobre desinformación organizado por el Knight Center for Journalism in the Americas. Editor y redactor de boletines La CEO de eldiario.es, Rosalía Lloret, afirmaba en un seminario web organizado por Red de Periodistas, que una de las mejores bazas para convertir a su audiencia en socios de pago son los boletines personalizados. No en vano, el medio edita 18 newsletters, incluyendo el reciente lanzamiento de “Al día”, elaborada por el prestigioso periodista y subdirector del medio, Juanlu Sánchez. El servicio cuenta con alrededor de 75.000 suscriptores, con una tasa de apertura que ronda el 50%, y consiguió convertir a 40 lectores en socios en su primera semana de vida, según la responsable. Como en ese caso, los boletines suelen elaborarlos periodistas reputados que gozan de una marca reconocible entre las audiencias. Los usuarios aprecian que firmas de prestigio les ofrezcan una interpretación de la actualidad con un tono más personal y atractivo en un entorno íntimo, como el correo electrónico. Sin embargo, también se percibe un crecimiento de las newsletter como formato base para proyectos periodísticos independientes (en España, la reina es Kloshletter), o de periodistas que, si bien no tienen tanto cartel, sí poseen una gran capacidad para curar contenidos interesantes y transmitirlos con el tono periodístico adecuado. En definitiva, en su esfuerzo por incrementar el engagement y las conversiones, los medios de comunicación están ofertando puestos de trabajo para escribir o editar boletines. En concreto, las funciones de los puestos de editor oscilan entre la orientación más puramente editorial y la de producto, con mayor presencia de tareas estratégicas. Si te interesa aprender a gestionar una newsletter, ya sea de forma independiente o como parte de un medio, te puede servir este otro curso del Knight Center for Journalism in the Americas. Responsable de audio Los podcasts en español se septuplicaron en 2020 con respecto a 2019, según un estudio de Chartable, y el 40% de los internautas españoles son oyentes habituales de este tipo de formatos, de acuerdo con el Digital News Report 2020 del Reuters Institute y la Universidad de Navarra. Según las reflexiones de algunos expertos, como el popular investigador Carlos A. Scolari, podríamos estar viviendo una nueva edad de oro de la comunicación oral. Y no es de extrañar. El podcast se ha consolidado y está creciendo porque ofrece a la audiencia una gran diversidad temática, con contenidos muy especializados, y una experiencia de usuario cómoda en determinadas situaciones multitarea, así como mediante cualquier tipo de dispositivos. Los medios son conscientes del poder que tienen los podcasts para generar hábitos de consumo, fidelizar audiencias, extender el impacto de sus contenidos periodísticos y, por supuesto, hacer monetizable el contenido a través de suscripciones y patrocinios. Por ello, cada vez son más los que hacen incursiones en este campo. Según vaticina el cofundador de la consultora Telos Advisor, Yale Yee, en declaraciones para Laboratorio de Periodismo, “las empresas de medios tradicionales que han estado participando bajo el radar se convertirán en actores importantes” en el mercado de podcasts durante 2021. En España, al margen de los productores independientes que alojan sus contenidos en plataformas como iVoox, Spotify, Apple o ahora Podimo, el caso paradigmático desde los medios es el de Podium Podcast. Nacida en 2016, se trata de la gran apuesta de Prisa Radio para profesionalizar este formato mediante producciones de la casa, y desde 2019 cuenta con su propia agencia de publicidad en audio, Podium Studios. Otro ejemplo, algo más modesto, es el de El Mundo, que genera sus podcasts para ser consumidos directamente en su web o en algunas de las plataformas mencionadas. La demanda de este tipo de profesionales es elevada a nivel internacional. The New York Times, por ejemplo, mantiene 15 vacantes abiertas relacionadas con el audio, con puestos que van desde el de técnico de sonido hasta el de narrador, pasando por los de editores o productores de seriales. Podium Podcast también acepta propuestas para lanzar nuevas producciones a través de este formulario. Bonus track: periodistas en el lado del producto Al margen de estos perfiles profesionales, existen otros puestos en los medios que tienen una mayor relación con las características funcionales de los productos y servicios que con el contenido informativo en sí, y que pueden ser ocupados por periodistas. En Reportaro, ya dedicamos un artículo completo a explicar las ventajas de tener a un periodista como product manager o jefe de producto. En esencia, las labores de este profesional consisten en definir y promover la visión estratégica en torno a un producto del medio, coordinar las sensibilidades y expectativas de las diferentes identidades profesionales que trabajan en él y pautar un plan de trabajo, acotando el alcance de los productos y priorizando tareas, entre otras funciones. Este rol requiere de amplios conocimientos de negocio, analítica de datos, tecnología y experiencia de usuario, así como un entendimiento profundo de las necesidades de la audiencia. Por ello, los periodistas aparecen como una opción atractiva para cubrirlo siempre y cuando estén dispuestos a trascender los límites tradicionales de la profesión. En el contexto de los modelos de pago, uno de los perfiles más relevantes es el conocido como jefe de producto de suscripciones, que puede tener diferentes denominaciones. En el medio norteamericano Quartz, por ejemplo, recibe el nombre de product manager para la membresía, los datos de los usuarios y la personalización, pues su labor está muy ligada a la adaptación individualizada de los productos a las necesidades y preferencias de la audiencia, con el objetivo de adquirirla primero y retenerla después. En relación con esto, emergen también otros perfiles profesionales con una relevancia especial en medios con modelos de suscripción: aquellos orientados a maximizar las conversiones. Por un lado, con una mayor relación con la rama editorial, el copy editor se encarga de supervisar que los contenidos del medio estén alineados en torno a la visión de negocio (en este caso, la calidad premium de los contenidos) y no presenten errores gramaticales o factuales. Además, escribe llamadas a la acción que pueden maximizar los resultados de la empresa. “En términos de diseño y de cómo se puede configurar un producto, las llamadas a la acción son, en realidad, el factor más importante para conseguir suscriptores. Debe haber un mensaje, en alguna parte, que los anime a suscribirse”, asegura el periodista Simon Owens basándose en su experiencia con su newsletter de pago especializada en el negocio de los medios de comunicación. Por otro lado, más vinculados con el diseño, se encuentran los especialistas en experiencia de usuario y los optimizadores de las tasas de conversión (CRO, por las siglas en inglés de conversion rate optimizator), aunque no es habitual que periodistas desempeñen estos roles sin formación complementaria. La labor de los diseñadores de experiencia de usuario se centra en ofrecer a la audiencia una navegación óptima, sin elementos que distraigan o entorpezcan la interacción con la interfaz del medio. Ofrecer un producto intuitivo que cumpla con las necesidades de los usuarios, par lo que también resulta útil entender a los lectores de medios. Los CRO cumplen funciones similares, pero ponen el énfasis en que el diseño, además de ser intuitivo, se oriente a conseguir los objetivos que se marca la compañía, como la retención de las audiencias o la conversión de los usuarios en suscriptores. La especialista en CRO Mar Sierra incluía entre sus tareas en El Confidencial, donde trabajó entre 2017 y 2019, la materialización de hipótesis en prototipos con un diseño intuitivo, el análisis de datos de uso, la conducción de tests A/B y la reformulación de productos ya existentes poniendo al usuario en el centro del enfoque. En su blog de Medium se pueden consultar interesantes ejemplos prácticos.
El periodismo evoluciona a un ritmo vertiginoso y los profesionales establecidos corren el riesgo constante de quedarse atrás. Ante estos problemas, los medios de comunicación innovadores recurren a la única solución posible: la formación continuada de sus trabajadores. Si no puedes contratar al profesional que necesitas, créalo.
Los medios requieren de una paleta de especializaciones amplia y cambiante para responder de forma eficaz a los constantes desafíos tecnológicos y sociales. Más si cabe en un contexto en el que la accesibilidad de las tecnologías facilita la entrada al sector de nuevos competidores y, con ello, el talento humano se convierte en un recurso diferencial para las empresas periodísticas.
Hasta hace no mucho el teletrabajo era una práctica puntual en la mayor parte de los medios, pero la llegada de la pandemia lo ha convertido en un estándar de emergencia cuya continuidad más allá de la crisis forma parte de la reflexión interna en muchas de ellas. Una reciente encuesta del Instituto Reuters entre 135 ejecutivos y cargos editoriales de medios, algunos de ellos españoles, aflora perspectivas sobre su incorporación estable y sus consecuencias. En concreto los participantes tuvieron que responder en primer lugar sobre el efecto del trabajo en remoto sobre la eficiencia, creatividad y capacidad de crear y mantener relaciones entre los miembros de los equipos. Las tres cuestiones obtuvieron resultados desiguales y muestran un primer esbozo de las ventajas y los inconvenientes percibidos de la ausencia de espacio compartido: el 55% de los encuestados cree que el teletrabajo ha hecho más eficientes a sus redacciones, pero ese porcentaje baja al 34% a la hora de considerar que ha tenido un efecto positivo sobre la creatividad de sus integrantes; y apenas un 10% opina que haya hecho más sencillo crear o fortalecer relaciones en el seno de grupos de trabajo. De esos porcentajes y los comentarios de algunos de los encuestados puede deducirse que el teletrabajo resulta en principio una buena fórmula para equipos formados por personas que de por sí se conocen bien y tienen una experiencia previa de colaboración, aunque puede dificultar los procesos de trabajo en caso contrario. Por otro lado puede permitir esquivar problemas documentados en oficinas de planta abierta, como las dificultades para concentrarse a la hora de elaborar información debido al ruido y las interrupciones. Esas circunstancias generan a su vez dinámicas de aislamiento mediante auriculares y conversaciones vía chat que reducen la capacidad de generar las serendipias creativas que se atribuyen a la presencialidad conjunta. La creatividad no ha mejorado para la mayoría de los participantes en el estudio y en España varios directivos han insistido recientemente en el valor del espacio compartido para estimularla en favor de la calidad de la producción periodística: Luis Enríquez, consejero delegado de Vocento, defendió en público que “en las redacciones se comparten ideas, se discute, se debate. En los departamentos de Marketing surgen ideas pensando en equipo”; Javier Moreno, director de El País, dijo a sus periodistas en una reunión que “el debate intelectual se resiente en remoto”; y Nacho Cardero, director de El Confidencial, ha justificado el regreso de los periodistas a la redacción contra el criterio mayoritario expresado en una encuesta del Comité de Empresa porque le parece que “los temas son peores”, según una fuente interna. En La Vanguardia tuvieron que dar marcha atrás a mediados de octubre sobre el regreso de aproximadamente el 70% de la plantilla que se había producido semanas antes, coincidiendo con un repunte de casos de coronavirus en Cataluña y la recomendación del trabajo en remoto emitida por la Generalitat. Eso supuso la vuelta a la comunicación interna mediante videollamadas, teléfono, correo o chat, algo que casi ocho de cada 10 encuestados por el Instituto Reuters consideran problemático para mantener un equipo cohesionado. Tanto la dificultad para hacerse entender como la ausencia de ambiente de camaradería y sus dinámicas asociadas (humor, conversaciones de ámbito personal, etc) componen un escenario en el que resulta difícil mantener alineados y motivados a sus miembros, según esos directivos. En todo caso, hasta un 54% de los participantes espera acudir menos a la redacción cuando pase la crisis. Apenas un 25% quiere volver a la dinámica anterior a la aparición del coronavirus, lo que a su vez explicaría que casi la mitad de ellos reconozca que sus empresas están planeando reducir el espacio que ocupan sus oficinas. Sería la consecuencia lógica de la eventual implantación de un modelo híbrido que mezcle presencialidad y trabajo en remoto, ya que el grado de ocupación de las instalaciones sería sensiblemente menor. En algunos medios españoles están planteándose estas posibilidades, sin que de momento ninguno haya tomado una decisión al respecto. Lo que está por ver es cuántos de los cambios que ha impuesto el coronavirus en la forma de trabajar de los periodistas desde el mes de marzo son coyunturales y cuáles acaban asentándose de forma permanente. Atendiendo a los resultados de la encuesta, parece claro que en algunos casos la redacción pasará a ser un espacio de conveniencia para que los periodistas puedan usarlo según sus necesidades, más que en un lugar de trabajo al que acudir diariamente. Pero todo dependerá de la cultura de cada medio y de las resistencias internas de directivos ante un esquema flexible que requiere capacidades de gestión diferentes que en algunos casos no poseen.
El periodismo de datos ha dejado de ser una innovación para convertirse en una realidad. Hace 13 años que el New York Times fundó su Interactive News Team, con el objetivo de contar historias basadas en datos, y la mayoría de las grandes cabeceras han seguido su estela. En España, el fenómeno es más reciente, aún así el periodismo de datos florece. Pero, los perfiles profesionales para cultivar esta disciplina son muy especializados, por lo que resultan escasos y cotizados.
El podcast es el nuevo hype periodístico. Eso quiere decir que las decenas de miles de graduados o licenciadas en las últimas décadas, de un lustro a esta parte, se han convencido de que las millones de escuchas mensuales del daily de The New York Times, el relato global, periodístico y en español de El Post (de The Washington Post), o la superestructura diaria de Carne Cruda, por ejemplo, podrían estar enviándoles una pista: este canal es una oportunidad.
Limitar el acceso a las redacciones únicamente a periodistas homologados reduciría el desempleo entre quienes han estudiado la especialidad y mejoraría las condiciones económicas entre los que la ejercen, lo que no está claro es qué supondría eso para la calidad de los contenidos que se realizan sobre temas complejos en los que conocimientos previos aportan un valor añadido al lector, oyente o televidente.