¿Seríamos los periodistas capaces de gestionar un éxito como el de Naomi Osaka?

El periodismo es vigilancia y crítica, por encima de todo. Pero también pedagogía. Y cuando nos quejamos de los insultos en los campos de fútbol, por ejemplo, pocas veces nos miramos el ombligo y preguntamos si nuestros debates maleducados y a gritos contribuyen o no a que esto pueda evitarse. ¿Deben tenistas como Naomi Osaka hablar ante los medios?

Partamos de una base, que muchos deportistas de élite parecen no valorar: gran parte de sus ingresos son posibles gracias a que los medios de comunicación como la televisión pagan por los derechos de retransmisión de sus disciplinas. Ellos mismos pueden preguntarles a los referentes de los años 70 cuánto cobraban entonces.

Pero también generamos una segunda reflexión. Nosotros, los comunicadores, hemos pasado por momentos similares con dos salvedades: ni nuestro foco es mundial ni recibimos la misma cantidad de dinero que ellos y ellas.

Y sin embargo, pocos podrán negar que cuando firmaron su primera crónica (ya fuera escrita, hablada o visible) se envalentonaron. Y que en muchas ocasiones, en franjas de edades jóvenes, han llegado a tener actitudes soberbias como consecuencia de considerar su profesión especial respecto a muchas otras.

Periodistas en rueda de prensa. Foto de Michal Matlon en Unspash.

A medida que cumples años te das cuenta de tres cosas: de que tus críticas pueden hacer daño a otros, de que no es mejor quien más alto habla sino quien es capaz de reflexionar y analizar con contexto y de que por muy privilegiada que sea la vida de los de enfrente, todo el mundo tiene que lidiar con sus demonios.

De un tiempo a esta parte, muchos redactores han vivido en carne propia lo que significa el acoso comunicativo. Y, en ocasiones, han decidido cerrar sus cuentas en redes sociales ante la imposibllidad de gestionar los comentarios negativos recibidos de manera constante. Algo que muchos deportistas llevan sufriendo durante toda su carrera y que solemos decir que ‘va en el sueldo’.

Pregonamos que debemos ir hacia una nueva sociedad, más ética y que cuide de los demás, pero muchas veces somos incapaces de empatizar. Quizá porque nos gustaría a nosotros estar en Roland Garros sobre la pista y no pudimos, por ejemplo. O porque ha habido tantos ERE desde 2007 que ya es imposible encontrar gente que por un salario bajo y una disponibilidad horaria alta tenga la capacidad de convertirse en un referente.

¿Deben tenistas como Naomi Osaka hablar ante los medios? Sí, sin duda. Y en caso de que decidan no hacerlo, la organización (que es quien permite que se celebre un torneo gracias, en gran medida, al dinero recibido por las plataformas audiovisuales) no solo debe multarles económicamente, sino comenzar a implantar un carnet de puntos que te quite alguno de ellos. Porque, quieran o no, son lo que son porque lo exponen al público. Y hoy deberían saberlo más que nunca tras haber jugado ante gradas vacías durante más de un año.

Espectadores asisten a un partido de tenis. Foto de Alex Motoc en Unsplash.

Pero no por ello podemos criticarla abiertamente. Ni minimizar un aspecto, el de la salud mental, que es tan evidente que está afectando a toda la sociedad. Y que posiblemente, si no a nosotros mismos, ha tocado a alguien de nuestro entorno más cercano.

El periodismo es vigilancia y crítica, por encima de todo. Pero también pedagogía. Y cuando nos quejamos de los insultos en los campos de fútbol, por ejemplo, pocas veces nos miramos el ombligo y preguntamos si nuestros debates maleducados y a gritos contribuyen o no a que esto pueda evitarse.

Como en cualquier aspecto vital, debemos buscar el equilibrio. Y en el caso de la jugadora japonesa, quizá hayamos sido desproporcionados. Aunque no debemos dejar de ser incisivos para explicar a gente como ella que la prensa no es el enemigo. Y hacer ver que, lejos de ser solo críticos, también somos capaces de aterrizar mensajes que de otro modo no obtendrían una audiencia masiva.

Porque, en demasiadas ocasiones, los profesionales se olvidan que tener millones de seguidores no significa tener la pericia para generar mensajes adecuados. Y ahí es donde debemos seguir viviendo en simbiosis.

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Escrito por:
David Blay
David Blay Tapia asesora, desde hace más de dos décadas, a deportistas de élite y empresas sobre cómo presentarse a los medios de manera noticiable. Narrador de eventos deportivos en Radio Marca y columnista en diversos medios, es consultor, formador y conferenciante sobre teletrabajo en España y Latinoamérica. Profesor en diversos Master sobre ‘Estrategias de comunicación, redes sociales y trabajo freelance’, es autor de tres libros, uno de ellos ‘¿Por qué no nos dejan trabajar desde casa?’, publicado en 2014.